Cuba hoy es el único país
sostenible del planeta según afirma el prestigioso investigador del Global
Footprint de California, Mathis Wackernagle. Estos estudios se basan en los
datos ofrecidos por Naciones Unidas acerca del Índice de Desarrollo Humano que
toma como indicadores el producto interior bruto per cápita, la esperanza de
vida al nacer, el nivel medio de educación o las políticas de protección
ambiental, entre otros factores imprescindibles que inciden en la vida de la
población.
Carlos Fernández
Liria, Profesor de Filosofía de la Universidad Complutense de Madrid,
basándose en la gráfica de desarrollo sostenible de Wackernagle, escribe en su
blog (http://el-mundo-debe-tener-remedio.blogspot.com):
“(…) Sólo los países comprendidos en esa área serían un modelo político
a imitar, al menos para aquellos políticos que quieran conservar el mundo a
medio plazo o que no estén dispuestos a defender su derecho (¿quizás racial,
divino o histórico?) a vivir indefinidamente muy por encima del resto del
mundo. Ahora bien, ocurre que el área en cuestión está prácticamente vacía. Hay
un solo país en el mundo que –por ahora al menos- tiene un desarrollo aceptable y sostenible a
la vez: Cuba (…) A nivel general, la cosa es mucho más interesante. Es muy
significativo que el único país sostenible del mundo sea un país socialista.
Suele ser un lugar común entre los economistas que el socialismo resultó ruinoso
e ineficaz desde un punto de vista económico. Sorprende que, en un mundo como
éste, la falta de competitividad pueda aún considerarse una acusación de peso.
En términos de desarrollo sostenible, la economía socialista cubana parece ser
máximamente competitiva. En términos de desarrollo suicida, no cabe duda, el
capitalismo lo es mucho más (…)”.
En los años 80 fueron declaradas en Cuba, por la UNESCO, cuatro de sus
seis Reservas de la Biosfera; la sierra del Rosario, la península de
Guanahacabibes, las Cuchillas del Toa y el Parque de Baconao. Ya en el 2000
también se sumaron a la lista; el Parque Nacional península de Zapata y
Buenavista. Además existen más de 80 áreas naturales protegidas de interés
nacional. En 1981 Fidel diría en uno de sus discuros:
“ Han pasado 20 años y (…) estamos conscientes de los problemas que
esperan al mundo en las décadas futuras en todos los sentidos; la población
creciente, que alcanzará más de 6000 millones de habitantes; los problemas de
la alimentación, del agua, los recursos naturales, la contaminación, los
problemas del subdesarrollo que se proyectan hacia años futuros para una gran
parte de la humanidad (…) pienso realmente que para el hombre enfrentarse a
estos problemas será un reto muy serio (…) “
El cocodrilo y el caimán, animales insignia de Cuba junto al tocororo (pájaro nacional), fueron rescatados de la irremediable extinción a la que estuvieron dirigidos durante décadas gracias a un programa de reproducción implantado a comienzos de los años 60 y que se concentró en la ciénega de Zapata. Zona en la que, en gran medida gracias a estos reptiles milenarios, se ha fomentado el llamado “ecoturismo” y es lugar de migración para gran variedad de aves del norte de América.
Uno de los temas principales siempre abordados por Fidel, tanto en sus
reflexiones como en sus discursos, ha sido el
cambio climático, sus causas y sus efectos. Ha señalado directamente a
sus responsables y ha sido silenciado siempre por la gran maquinaria
informativa de los países responsables de este gran desastre para la humanidad.
En la reunión Internacional sobre el Medio Ambiente, que tuvo lugar en Río de
Janeiro en 1992, hasta el mismísimo Bush padre se vio en la obligación de
aplaudir a Fidel para no quedar en ridículo. En su discurso, una vez más, enumeraba
los daños medioambientales que sufre el planeta y que lo están destruyendo
aceleradamente, poniendo en riesgo la existencia de nuestra especie.
“(…)
Si se quiere salvar a la humanidad de esa autodestrucción, hay que distribuir
mejor las riquezas y tecnologías disponibles en el planeta. Menos lujo y menos
despilfarro en unos pocos países para que haya menos pobreza y menos hambre en
gran parte de la Tierra. No más transferencias al Tercer Mundo de estilos de
vida y hábitos de consumo que arruinan el medio ambiente. Hágase más racional
la vida humana. Aplíquese un orden económico internacional justo. Utilícese
toda la ciencia necesaria para un desarrollo sostenido sin contaminación.
Páguese la deuda ecológica y no la deuda externa. Desaparezca el hambre y no el
hombre (…)”
En el documental de Oliver Stone, “Comandante”, este le pregunta a Fidel por un posible nuevo orden mundial del siglo 21:
“Sí no se alcanza relativamente pronto, entonces… desaparecerá la
especie. No se puede seguir destruyendo la naturaleza. No se pueden seguir
despilfarrando todos los recursos y destruir las condiciones de vida. No hacen
falta ni siquiera las matemáticas. Una aritmética simple indicaría que o los
problemas actuales se resuelven, o la humanidad difícilmente sobrevivirá a este
nuevo siglo que comienza. Y más bien me inclino por la idea de que se imponga
la racionalidad y el hombre sea capaz de sobrevivir. Pero en un brevísimo
periodo de tiempo, dentro de 40 o 50 años, habrá casi 100.000 millones de
habitantes en la Tierra. Casi no valdría la pena vivir en el planeta que nos
han dejado”.
Con la Revolución Energética se logró erradicar en gran medida los famosos “apagones cubanos” (mal, que pareció ser cualidad única de la Cuba revolucionaria y no del resto de los países pobres), mediante una gran campaña de concienciación social, a la que se sumaron medidas directas como la sustitución de bombillas de alto consumo por fluorescentes o por bombillas de bajo consumo. Y se sustituyeron los viejos electrodomésticos por otros de menor consumo subsidiados por el estado. En Cuba la ley obliga a plantar el doble de cada hectárea de árboles talados, por lo que la densidad forestal de la isla, a diferencia del 90% de los países, siempre va en aumento. Todos estos datos contribuyen a que Cuba pueda estar orgullosa de ser el único país sostenible de este maltrecho planeta.
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